Después de todo, aún para mi mente "humana", el ser humano es incomprensible. Por situaciones muy normales, muy cotidianas, he visto que hay cosas que deben ser mucho más pragmáticas, y nosotros los seres humanos no lo entendemos. Más bien, insistimos en elaborar más de la cuenta muchos actos que deben ser rápidos y decisivos, no inseguros y demasiado craneados. Es en este sentido que gracias a una conversación muy valiosa, logré entender puntualmente un significado muy importante de lo que denominamos "dolor".
Sería muy lógico pensar que el dolor, es algo innato, una vivencia que forma parte de la naturaleza humana. Existen distintos umbrales para éste, y cada persona tiene uno distinto, por ejemplo, los deportistas profesionales, debido a la exigencia de su trabajo, tienen un umbral del dolor mucho más alto que cualquier otro mortal. Pero creo que lo más importante que quiero decir tiene que ver con lo primero que diagnostico: si el dolor es parte de la naturaleza humana, por qué es tan difícil enfrentarlo, tanto el dolor físico, como el del "alma".
Pues bien, el dilema surge porque a mi parecer, nosotros como seres humanos tenemos que entender que la vida está plagada de problemas que nuestro deber es resolver, tanto para nuestra propia supervivencia como, porque añoramos construir día tras día una sociedad más desarrollada, más justa, quizás desde la perspectiva marxista es la "transformación radical de la infra y super estructura de la sociedad". En fin, los seres humanos tienen trazadas sendas que quieren cumplir, y están obligados a enfrentar el sufrimiento, el dolor, y a la muerte, que tarde o temprano llegará.
Por tanto, la única forma de intentar vivir en plenitud, o acercarnos a ella es sufrir, tener dolor cuando nos corresponda, y tenerlo. Vivir ese momento es algo que no nos calló del cielo, por tanto debemos sacarle el jugo, o sino cuando de verdad estemos enfrentados a problemas terribles, que arriesguen nuestra senda para el mundo (cosa que creo que a mí por lo menos no me ha ocurrido), no sabremos enfrentalos y salir airosos. Es así entonces como he terminado pensado que hay que seguir existiendo, con la conciencia de que "quizás no pueda cambiar al mundo, pero tengo la satisfacción de que el mundo, jamás me cambiará a mí".
